
Me encontré una nota tuya. Pequeña, simple y mágica. He contado las palabras, incluso las he repetido todo el día dentro de mi cabeza.
Me encontré una nota tuya y sonreí. Así que con el mismo gusto te escribí una. La dejé en algún lugar, dentro de algún sitio que ya no recuerdas.
Encuéntrala; pero no la busques. Algún día, en algún lugar, aunque no sea mi letra, y sobre todo aunque no sean mis exactas palabras. Sabrás que yo también te he dejado una nota.


La fuerza de voluntad hace maravillas. A la fecha no tengo idea de dónde se cosecha, dónde se compra, dónde se consigue, dónde se paga por ella y a quién se le debe de pedir. A cuántos de nosotros nos gustaría un poquito más de fuerza de voluntad para terminar las últimas abdominales del día, el último trabajo del mes, la última tarea, sin importar todo el desgaste que hayamos tenido.