sábado, 31 de octubre de 2009

Fue uno de esos días en los que me desperté pensando en ti.

…Lo curioso es que se está haciendo costumbre      y me fascina.

Leer

Había amanecido, no recuerdo ni por un momento cuándo fue que me acosté, el libro se quedó abierto boca abajo junto con mis lentes, ambos sobre mi cama. La noche anterior supuestamente había estudiado literatura, pero como es costumbre de mí, decidí leer un libro. Ahora que lo pienso me fascina leer. No importa cuál sea el título, poco importa realmente quién lo haya escrito, las palabras me trasportan a un lugar diferente al mío. Alguna vez me preguntaron por qué siempre llevaba un libro conmigo a donde fuera –Porque me trasporta a lugares que probablemente jamás conoceré; me lleva a a través del tiempo, y del espacio, conozco personas maneras de actuar, pero sobre todo conozco a la vida– respondía con gran entusiasmo. Hoy en día, la respuesta sigue siendo la misma.

Yo no tengo un lugar dónde esconderme, adónde ir cuando tenga ganas de dejar todo en el carajo sin embargo tengo a los libros, a los poemas, y a la prosa, tengo a las palabras que solas, pocas veces dicen algo, pero al juntarlas me atrapan, y no me dejan escapar hasta que la última haya sido leída.

Sin pensarlo tomo el libro y busco con la mirada el lugar donde la noche anterior dejé en suspenso–vacilo– y leo en voz alta.

Leer no te hará cambiar el mundo, pero cambiará el tuyo.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Mírame, me tiembla la mano al ver tu número que he tecleado por enésima vez en el teléfono. Basta con pulsar un botón para que en segundos respondas con tu tono tan peculiar. Me miro los dedos y suelto un suspiro al aire a la par que cancelo uno a uno los dígitos.

En la pared está el reloj que me presiona, no se detiene y con cada tic-tac que da siento que avanza más y más rápido. En cuestión de minutos, si es que no me atrevo a telefonearte, tomarás un camino por el cual no me dejan seguirte. Un camino que va más allá de mis posibilidades. Un camino desconocido. No sé cuánto tiempo tendré que esperar. No sé cuántas horas me robarás el pensamiento sin que pueda hacer nada. Volteó y el reloj marca 23:55 –5 minutos– digo en un tono casi inaudible. Desilusionado me recuesto en mi cama, realmente no tengo el valor para llamarla.

Cierro ojos e imagino un mar. Puedo escuchar al viento. Las olas azotan ligeramente mis pies. Me relajo, hacía tiempo que no sentía escalofríos recorrer mi cuerpo. La arena es suave. En le horizonte no hay ni una sola nube.                              A lo lejos te veo caminar, no quiero que te vayas…

Abro los ojos de golpe, 23:58 –Dos minutos– Tomo el auricular, tecleo tu número que me sé de memoria y espero el tono…

–¿Hola?…

lunes, 26 de octubre de 2009

Bom-Bom

Hoy el corazón no quiere cooperar, me distrae a cada instante con cada latido que da. Quiere llamar mi atención, busca que le haga caso. Se siente solo y quiere compartir conmigo algo que podría ser confundido con tiricia o alegría, provoca que escalofríos enteros recorran mi cuerpo, la temperatura sube. Y lo único que escucho es el BOM BOM. Pronto reventará en llanto. Quiero tomar el bolígrafo pero mi mano tiembla demasiado. No entiendo por qué pasa esto. Algo raro sucede dentro de mí. Y apenas es lunes por la mañana…

domingo, 25 de octubre de 2009

Y así es la vida…

Y así es la vida…

Guerreros, hechiceros, brujos, quizá príncipes, monstruos, fantasmas, aliens, dragones, y yo –Un simple mortal–. ¿Curioso no es así? Más cuando todos luchamos por lo mismo. Parece una telenovela o pensándolo bien por una guerra. Así  es el conquistar a alguien. Algunos usarán todos sus hechizos, encantos, fuerza, tecnología pero me pregunto ¿qué cosa debo usar yo? Es lunes… las ideas no fluyen lo suficiente, tomo mi mochila y salgo de mi casa sin ningún as bajo la manga, yo no tendré de nada de eso; lo único que poseo, son las ganas de verte a mi lado.

Y así es la vida…

He sobrevivido a la noche, estoy recostado en mi cama sin razón alguna, misteriosamente esta vez no hubo pesadilla que me hiciera sentir mal. Fueron otras las razones que me quitaron el sueño. Hace frío y me acurruco bajo sábana. Ni si quiera parece que estemos en otoño. Estiro la mano en busca de mi reloj para saber la hora. No está. Me doy vuelta. Desde este punto el techo cambia de forma. Juego a saber mi estado de ánimo, y siento que no vale la pena estar triste, sé que me levantaré y sonreiré. El problema es levantarse. Vivo más seguro –no mejor– que si me levantara. Me volteó y recuerdo que dejé el reloj en mi escritorio. No importa me digo a mí mismo quiero dormir más. Me tapo la cara y cierro los ojos.

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–¿Sabes lo que (yo) darían (daría) por hacer las cosas bien?– Sí, pero te niegas a intentarlo.

Me enteré de que eres feliz

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 Me enteré de que eres feliz.

Desperté con el cabello revuelto, desaliñado y cubriéndome la cara. La angustia que se hizo presente la noche anterior había desaparecido. Odio quedarme dormido sobre el  escritorio porque me deja marcas en la cara.

Al parecer lloré toda la noche, no recuerdo nada. La botella de vodka quedó totalmente vacía y ni por un momento recuerdo habérmela terminado. Al levantar la cabeza me doy cuenta de que el CPU se quedó encendido toda la noche, eso explica porqué todos mis sueños sentía la vibración de algo. Maldita máquina obsoleta.

Muevo el mouse y comienza a escucharse más ruido del que ya había por el ventilador. Lentamente se va divisando en el monitor el cambio de tonos, de un negro a un azul, hasta ir poco a poco tomando los colores correspondientes. Hay una carta a un lado de mí. Mi corazón se ha detenido, es una foto tuya, con tus ojos verdes, viéndome directamente a los ojos. Con una mano sostienes un letrero que dice soy feliz. La otra… en la otra está la mano de alguien que no conozco. Tus ojos reverberan. Eres feliz digo en voz alta sin la esperanza de que me escuches, sólo diciéndolo porque necesito decirlo. Algo resbala por mi mejilla. Lluvia. Cae lluvia. Resbala la lluvia por mi cara. Me levanto, y corro hacia mi cuarto. No es necesario saber más pues hoy me enteré de que eres feliz, estando sin mí.

martes, 20 de octubre de 2009

Sueño

A veces sueño con un mundo lleno sueños,  sueño soñando un sueño, sueño soñar que sueño contigo. Sueño añorando el sueño que taciturnamente desapareció. Sueño vivir soñando. Vivo soñando lo que hago. Sueño viviendo que lo hago. Sueño verte, verte sueño. Sueño.

Ya no quiero soñar. Ya no quiero. Ya no. Ya…


Te regalo hoy, finalmente, una última lágrima, un último secreto y un último recuerdo. Te digo adiós y acaso te quiero todavia, pero el tiempo es tiempo y al final lo único que queda son recuerdos, de los que fué un día y no va a volver ser, de lo que soñamos un día que realidades juntos pudieron ser.










Amaneció, vida mia, y ya ni siquiera tu recuerdo descansaba a mi lado...

domingo, 11 de octubre de 2009

Pesadillas II

***stabat mater*** pido que la escuchen mientras leen, suena raro pero yo sueño con música.

 

Nada sucede, no escucho nada…

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Me encuentro en un corredizo, el cual me parece familiar, es antiguo sé que he estado aquí; la memoria juega conmigo. Me duele el cuerpo entero, en especial el pecho. Me levanto y comienzo a caminar, a lo lejos se puede ver entrar la luz. Llego al final de corredor y me doy cuenta de que la luz que se veía desapareció y en lugar de eso tengo que escoger entre ir a la derecha o a la izquierda. Camino hacia el lado izquierdo. Tengo que caminar por un buen rato, sin que nada suceda. De pronto una luz en el fondo se enciende y me muestra que no hay hacia dónde ir.  Regreso por el mismo lugar, y continúo caminando sin saber dónde estoy. Un bebe llora, parece que lo están torturando, sus gritos penetran en mis odios haciendo que camine cada vez más rápido tapándolos con mis manos para evitar escucharlo – No lo estoy logrando–. Me comienzan a sangrar los oídos, duele, duele demasiado, y no sé hacia qué lado caminar, quisiera poder gritar, pero no puedo, sólo tengo la boca abierta pero ningún sonido sale de ahí. Siento el miedo, tengo mucho miedo. Hay una puerta a lo lejos, pero no puedo ir hacia ella, el cuarto se hace pequeño, comienzan las paredes a hacerse del tamaño de un ataúd. Lloro, y estoy desesperado, todos tenemos miedo a algo, yo lloro porque soy claustrofóbico. Cierro los ojos y pego las rodillas a mi pecho, meto la cabeza para esperar el final.

La sangre se ha detenido. Cada vez mi corazón late más despacio, y el cuarto poco a poco comienza a tomar su tamaño natural. Un momento de paz, el niño ya no llora. Me levanto y comienzo a caminar. La puerta está justo frente a mí. Comienzo a recordar este lugar, me parece familiar. No se escucha nada. Probablemente esté sordo. De pronto Schubert, sólo Schubert, todos sueñan con su música, incluso los que no la conocen. La música sale de las bocinas que se encuentran en cada esquina, son pequeñas pero la música que emana de ellas es fuerte y clara.

Mi mano toca la perilla, tengo tanto miedo que me cuesta trabajo tomarla, está fría, tan fría como pocas veces he sentido algo. La giro y me decido a entrar. Dentro no hay nada, o por lo menos eso parece, continúo caminando y una cama aparece, es mi cuarto, es mi cama, pero no sé quién es ella. La he visto, sé que la he visto. Parece dormir, pero desconfío de ella, la música continúa sonando, aprioris de eso me doy cuenta del gran problema que tengo –estoy solo–. Escucho su inherente respiración, va destruyendo el frío que siento, y parece que la temperatura, comienza a subir.

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Ella abre los ojos, son enormemente bellos, grises, siento la ternura en ellos. Se levanta de la cama y me tiende su mano esperando a que yo decida tomarla. Un escalofrío recorre completamente mi cuerpo, pero lo voy a hacer, ya nada parece ser peor, y este arcángel podría –pienso– podría ser quien me salve. Nuestras manos se entrelazan y siento la suavidad de sus dedos, nunca había sentido nada igual. Se recuesta en la cama y continúa mirándome, me invita a seguirla. Me quito los zapatos, y me recuesto, afuera todo parece más tranquilo. No tardará en amanecer, pues los pájaros comienzan a trinar. Ella se voltea rodeándome con su brazo izquierdo. Ahora que lo pienso, me da curiosidad saber quién es. Estoy tranquilo, ya nada podría salir peor. Parpadeo más lento que de costumbre mientras lleno mis pulmones de aire. Cuando los abro, la veo acercarse lentamente hacia mí, mientras ala par va cerrando los ojos. Me dejo llevar por el momento, quiero besarla. Siento sus labios, no es un común, algo raro está pasando dentro de mí. Me separo de ella porque no sé lo que está pasando, su cuerpo se empieza a arrugar y convirtiéndose en algo que se le podría llamar un bebe. Es feo, horroroso, pero tiene más fuerza que yo, se acerca me besa, y me arranca pedazos de piel a mordidas, grito, grito demasiado, quiero luchar pero no puedo. Mis brazos parecen estar atados a la cama, me devoran, muero. La niña llora, con una furia mientras con sus pequeñas manos hiere mi piel, levanta el brazo, y de un solo golpe me atraviesa el pecho, me arranca el corazón, ya no quiero vivir, cierro los ojos para esperar el final.

Nada sucede, no escucho nada…

Amanecer

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–Me pregunto ¿dónde me gustaría estar hoy?–

–¿Qué quieres decir con eso de que dónde te gustaría estar hoy?– 

–No sé pero es muy simple con cada amanecer que veo, me imagino en un lugar diferente, con nuevas oportunidades, nuevos retos, nuevas personas que conocer, pero sobre todo lo tomo como una muy buena razón para vivir–

–Suena divertido, lo intentaré de vez en cuando–

–Hazlo, te divertirá hacerlo–

–No cabe duda que por algo eres mi amigo–

miércoles, 7 de octubre de 2009

Escalofríos

image  Cada vez que tus manos recorren mi cuello me dan escalofríos, estoy segura de que no es el clima, tengo la certeza de que son tus manos. Cuando me tocas puedo sentir el reverberar de mi corazón. No sé por qué pasa, pero conforme los días avanzan, te voy queriendo mucho más.

…un simple amor diurno…

martes, 6 de octubre de 2009

Sin Chiste

Me gusta jugar con las nubes mientras estoy recostado en el pasto, mirando cómo toman todo tipo de formas, a veces se unen unas con otras creando una ilusión de algo; otras, simplemente son nubes. Hay luna y son las seis de la tarde –Curioso–. Junto a mí, está algo por lo que había luchado mucho tiempo, tanto que incluso ya ni recuerdo cuánto. Puede ser lo que sea, un juguete, una carta, una calificación, no importa todos acaban en el mismo lugar. En el olvido.  Sé que a la gente le parecerá absurdo, pero no me gusta llegar al final de la meta, no encuentro la gracia en arribar e incongruentemente dejar de luchar, disfrutar de la victoria sólo durará un momento pero nada más.

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Raro ¿no creen? no sé, la vida me ha enseñado a luchar por tantas cosas, que cuando alguien me regala algo –tan fácil– no le encuentro ningún chiste, de verdad que hay días en los que ni yo mismo me puedo entender, adoro complicarme la vida (a veces) cuando es cuestión de obtener algo. Es por eso que prefiero levantarme y buscar una nueva ociosidad; no sé creo que simplemente soy raro…

lunes, 5 de octubre de 2009

Corazón

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Vaya con que esto es el corazón –dijo Sebastián mientras se tocaba el pecho para sentir el palpitar de éste–

–Se siente bien ¿no crees? es el corazón el que te hará avanzar o detenerte, hará que pelees, o que te des por vencido; muchas veces jugará en contra de tu razón y pienso que algunas veces sería bueno ignorarlo; el corazón puede ser el músculo que tenemos detrás de los pulmones, puede tener diferentes tamaños, pero lo curioso de esto es que una ínfima parte de tu cuerpo que te limitará a hacer lo que él diga. Pensándolo bien, podría ser una casi como un despotismo ilustrado, manda y obedeces, manda y obedeces así es como funciona, por lo menos en mi caso – dijo Carlos mientras mantenía los ojos cerrados–.

–Nah… creo que el corazón que yo poseo es mucho más bello, suave e incluso tierno, prácticamente sé que nos consideramos amigos; ahora entiendo que a él es al que le pido consejos cuando ya no sé qué hacer, cuando siento que la razón ya no da para seguir adelante, no sabía que se le llamaba corazón, ahora con lo que tú has dicho, me doy cuenta de que cada quien moldea el corazón a su manera, yo he decidido hacer al mío mi amigo pero dime ¿tu corazón es tu amigo?–.

–ja, odio cuando tiene razón–.

sábado, 3 de octubre de 2009

Hoy No

Esto lo escribí hace tiempo y me pareció interesante para publicarlo, he aquí el ejemplo de que las cosas con el tiempo cambian.

 

Me encuentro recargado en una pared. Solo, como de costumbre.  La gente que transita por aquí vuelve la vista hacia mí un instante pero nunca dicen nada. Mi mano izquierda comienza a escribir en una libreta lo que veo, y lo que pienso mientras busco un comienzo para la novela programada. Al ir soltando ideas tan vanas me percato de que la inspiración no gusta de hacer presencia el día de hoy. Levanto la vista y miro el reloj digital, son 9:35 de la mañana. Aún es temprano. Poco a poco las personas comienzan a entrar de sus respectivos salones;  algunos gritan, mientras otros se limitan caminar con tal apuro que pareciera que la vida se les acaba. Discretamente me levanto pero no para ir a aprender. Lo hago para disimular. Es triste como la gente puede creer en una falsa imagen con sólo notar que uno no actúa diferente.

Pasan los minutos y nuevamente no hay nadie en el pasillo. Sólo estoy yo. En mi cabeza lo único que puedo escuchar es el reverberar de tu dulce voz, tan ligera como una brisa de viento. No tardarás mucho en aparecer, estarás subiendo aquellas escaleras de diferente manera a como acostumbras hacerlo. Me agrada esa convicción que tienes, pues te he visto subir usando únicamente tu pie izquierdo, de dos en dos peldaños, en diagonal, brincando y nunca te he podido pillar haciéndolo igual.

Me he percatado de que odias la monotonía, al igual que yo. Pasan uno o dos minutos, volteo a ambos lados para cerciorarme de que no viene nadie. Reviso mis apuntes para sonreír disimuladamente –no sirvo para escribir– De pronto, ahí estás, hoy se te ha ocurrido subir las escaleras dándole la espalada; la gente lo podrá considerar infantil o quizá tonto, pero a mí me es extraordinario. Sé que el tiempo te parece relativo. Disfrutas cada una de las situaciones que vives a diario. Sonríes importa poco si el día es nublado o soleado, si sea viernes o lunes, prácticamente nunca dejas de hacerlo. Llegas hasta el final de la escalera. Te volteas y por un momento nuestras miradas se cruzan, me ves a lo lejos en aquel rincón solitario; nos vemos fijamente a los ojos, me percato del brillo de tus ojos azul  perfecto. Sabes quien soy, sé que no me has olvidado. Estás atónita, aprovecho la situación para caminar directamente hacia ti. Sé que tienes la vaga esperanza de que no te dirija la palabra. Veo el reloj, son 9:57 de la mañana, continúo caminando y sé que tienes miedo. Casi como por arte de magia, mi cuerpo se está moviendo, el unísono de mi corazón comienza a retumbar cada vez más fuerte, no pienso en nada, el reloj marca las 9:57 de la mañana; aparenta estar detenido a pesar de que a mi perspectiva  avanza más rápido. Falta ya muy poco para estar frente a frente. Sólo unos pasos más. Continuamos mirándonos, como si quisiéramos descifrar las ironías de la vida. Pero no pasa más, camino y noto que cierras los ojos, camino, y digo en voz alta lo evidente pues–Hoy no es un buen día para que estemos juntos, pero no olvides que te quiero– susurro mientras paso de largo yendo hacia algún lado de este inmenso mundo.