miércoles, 10 de marzo de 2010

Bajo la Lluvia

Está lloviendo otra vez…

El sonido de la lluvia contra el suelo a mi alrededor está lejos de ser confortante, si acaso, me vuelve loco, llenándome de silencio y de un sentimiento de vacío y soledad.

¿Te acuerdas?

Estaba lloviendo igual que ahora cuando te conocí… bailabas a la mitad del bosque, dando vueltas en el aire. Las gotas de lluvia caían encima de ti, colgándose de tu hermosa piel mientras tu pelo mojado caía sobre tu espalda. Pero aún así te veías hermosa, más hermosa de lo que podría describirte. Eras como un ángel. Tal vez lo eras.

Me enamoré de ti ese día.

Una parte de mi, sabía que estaba mal. ¿Cómo podía enamorarme de una chica desconocida que bailaba en la mitad del bosque? O tú estabas loca o yo aún más. No sabía qué significaba cuando me mirabas a los ojos, lo que sentía, no tenía explicación alguna. Todo lo que sabía era que se sentía bien… incluso correcto. La lluvia lavó todas mis dudas e inseguridades esa noche. Todo lo que podía ver, eran tus ojos.

“¿Quieres bailar conmigo?”

No me pude negar.

Bailamos juntos, los dos mojados hasta los huesos pero nunca nos importó. No, no bailamos juntos, bailamos uno con el otro. Sí, supongo que suena raro pero no hay otra manera de describirlo. A veces nuestros brazos o nuestros dedos rozaban y sentía algo cálido que me envolvía. Fuimos libres ese día, sin ninguna preocupación en el mundo.

Prometiste que ahí estarías cuando regresara, así que me fui. Regresé el día siguiente, un día soleado, y no estabas ahí. Me sentí vacío y solo.

Al otro día, llovió. Fui al bosque y ahí estabas.

“¿Bailas conmigo?”

No pregunté dónde habías estado o por qué sólo salías cuando las nubes negras cubrían el cielo azul y la lluvia comenzaba a caer. Las preguntas se sentían tontas en ese momento. Me las dejé para mí mismo y comencé a bailar contigo otra vez. Esta vez, acabamos bailando juntos, con tus labios firmemente apretados contra los míos.

No volvió a llover por una semana después de eso, y pasé el tiempo solo, porque sabía que no estarías ahí. Pero volvió a llover, y rápido fui a verte.

No estabas bailando cuando llegué.

“¿Quieres?…”

Bailamos diferente ese día, tumbados en el piso del bosque, nuestros cuerpos entrelazados de cierta manera. Sabías a lluvia y cuando me sonreíste, con esa sonrisa llena de sentimiento y honestidad, por primera vez en mi vida, me sentí completo.

Llovió el siguiente día.

No estabas ahí.

Todavía no entiendo por qué. Tal vez hice algo mal. Tal vez te cansaste de la lluvia así como te habías cansado del sol alguna vez. No lo sé. Pero no estabas ahí ese día, ni el día siguiente. Me dejaste con el sabor dulce de tu memoria y de nuestro último baile y eso no estaba cerca de ser suficiente.

Todavía no estás aquí. Aunque yo esté sentado aquí en la tierra húmeda, muriéndome de frío y completamente mojado, no vienes. Pero no me muevo. No puedo. Tengo miedo de que tú te decidas finalmente a regresar. Tengo miedo de que si me voy, te extrañe. Todavía me aferro a la esperanza de que existe la posibilidad de que regreses y me vuelvas a pedir que baile contigo.

Me pregunto dónde estás… ¿Acaso no sabes?

Está lloviendo otra vez…

 

 

MP, siempre MP

2 comentarios:

  1. Hermoso! Simplemente maravilloso querido amigo!
    Tenes razon, hace mucho que no se de vos ni sabes de mi... creo que nuestros tiempos estan demasiado llenos de todo!
    Ya pronto nos pondremos en contacto...

    Un beso, con gotitas de agua... como las de la lluvia del bosque!

    ResponderEliminar