jueves, 6 de mayo de 2010

Nubes doradas en el cielo

Nos arrancaron de la orilla del cielo, donde el cielo es sólo nuestro reflejo mirándonos hacia abajo, y nos trajeron hasta acá. Tú amabas la manera en la que el aire se movía y ahora, no puedo respirar. Tú y el mundo han comenzado a fundirse en uno solo.

Nos arrancaron de la orilla del cielo y nos trajeron a un mar negro. Nos ven con desprecio y se burlan de lo débiles que somos. Sin embargo yo sé que nosotros no somos los débiles aquí.

El tiempo juega con ellos, así como alguna vez jugó conmigo. Su ignorancia está por encima de los parámetros de la naturaleza. Ellos creen que son los reyes aquí mas son sólo patéticas marionetas que no pueden ver sus propias cuerdas.

Todo es huracán, todo es tormenta, todo es calma y paz al mismo tiempo. Nada es nada, nada es hermoso y nada es lo que me gustaría ser algún día. Nada para ellos, nada para ti, incluso nada para mí. Simplemente, nada, no existe algo más majestuoso.

 

Si pudiera robarme un relámpago y dártelo en la mano lo haría, si pudiera hacer las olas del mar en forma de luciérnagas, lo haría. No lo puedo todo pero hay pocas cosas que no haría por ti. Incluso vivir aquí, en este mundo que detesto, que me detesta, que me da igual, que me ama y que amo.

No puedo definir lo que es morir aquí, contra mi voluntad. No sé si es lo más monumental que me pudo ocurrir, o simplemente la decisión que nunca tomé. De cualquier forma hay algo hermoso acerca del final y no radica en pensar en el principio, no es valorar la vida, sino simplemente estar aquí, ahora, morir sin aire, en el mar más oscuro que jamás se ha visto. Mi muerte posee más belleza que todas mis palabras que no son nada, que lo son todo, que no saben nada y al final de cuentas nunca les hizo falta para formar nubes doradas en el cielo. image

Ya no te veo a ti. No me veo a mí. Sé que tú no vas a morir aquí, el mundo sería demasiado justo si nos arrancaran de nuestros cuerpos al mismo tiempo. Espero no pienses en mí nunca, no quiero que me recuerdes ni que recuerdes cuánto te amé. Eso carece de importancia. Yo ya no estoy aquí, nunca estuve aquí. Fui lo más irrelevante que el mundo conoció y ahí radica mi grandeza.

Mientras la noche se dilata, diré tu nombre con mi último aliento. Con lo poco que me queda de conciencia, imaginaré tu rostro en la oscuridad. Después de todo, tengo la determinación de morir con una sonrisa en la cara. No para morir feliz ni nada parecido, simplemente para hacer de mi muerte la más grande de las ironías.

 

MP siempre MP

1 comentario:

  1. ¿sabes? Yo también me planteé escribir sobre mi muerte en las fauces del mar. Ha sido genial, me has dejado sin palabras :)
    Yo creo que puedes volver a rozar el cielo siempre que quieras, y besar las nubes doradas :)

    Besos

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