-----Tengo Miedo-----

Un grito ahogado fue lo único que logré escuchar, eran alrededor de las cuatro de la mañana, me levanté y corrí sin ponerme las pantuflas, entré al cuarto y encendí la luz, encima de la cama, estaba un niño envuelto bajo las sábanas dejando su pequeña cara descubierta para que pudiera respirar, tenía el cabello negro, y apretaba con gran fuerza los ojos, mientras que con las manos y las sábanas se tapaba los oídos.

-¿Qué está pasando? ¿por qué has gritado de esa forma?- Le pregunté

-Tengo miedo me contestó, le tengo miedo a la oscuridad, cada vez que cierro los ojos, comienzo a escuchar ruidos de todas partes, escucho como ruedan las canicas, y a veces se escucha como cruje la madera como si alguien estuviera caminando a lo largo de pasillo de ida y vuelta una y otra vez . Es un cuento de nunca acabar, siempre me tapo los oídos para no escuchar nada, y después de un largo rato, me quedo dormido.-

-No tienes nada de que temer- le respondí -dentro de ti, hay una obscuridad que no se diferencia de la obscuridad que tenemos aquí, todo está detrás de unas paredes, que en nuestro caso es la piel, transportas una obscuridad de una lado a otro y eso no te causa ningún miedo ¿o sí?, apuesto a que ni siquiera lo habías pensando, lo que tienes que hacer es aprender a vivir con la obscuridad de fuera, como aprendiste a vivir con la que llevas dentro. No debes temer más.- le dije con mucha seguridad

De ponto el niño se levantó, y corrió hacia el pasillo, caminé hacía el pasillo para ver a dónde se dirigía cuando llegué, ya no estaba ahí. Caminé hacia mi cuarto y me senté en la cama, levanté la vista y a lo lejos se comenzaban a ver los primeros rayos del sol. Una sonrisa poco disimulada se había dibujado en mi cara, y es que hasta ese momento me percaté que aquel niño que estaba envuelto entre las sábanas, había sido yo cuando era pequeño.