domingo, 11 de octubre de 2009

Pesadillas II

***stabat mater*** pido que la escuchen mientras leen, suena raro pero yo sueño con música.

 

Nada sucede, no escucho nada…

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Me encuentro en un corredizo, el cual me parece familiar, es antiguo sé que he estado aquí; la memoria juega conmigo. Me duele el cuerpo entero, en especial el pecho. Me levanto y comienzo a caminar, a lo lejos se puede ver entrar la luz. Llego al final de corredor y me doy cuenta de que la luz que se veía desapareció y en lugar de eso tengo que escoger entre ir a la derecha o a la izquierda. Camino hacia el lado izquierdo. Tengo que caminar por un buen rato, sin que nada suceda. De pronto una luz en el fondo se enciende y me muestra que no hay hacia dónde ir.  Regreso por el mismo lugar, y continúo caminando sin saber dónde estoy. Un bebe llora, parece que lo están torturando, sus gritos penetran en mis odios haciendo que camine cada vez más rápido tapándolos con mis manos para evitar escucharlo – No lo estoy logrando–. Me comienzan a sangrar los oídos, duele, duele demasiado, y no sé hacia qué lado caminar, quisiera poder gritar, pero no puedo, sólo tengo la boca abierta pero ningún sonido sale de ahí. Siento el miedo, tengo mucho miedo. Hay una puerta a lo lejos, pero no puedo ir hacia ella, el cuarto se hace pequeño, comienzan las paredes a hacerse del tamaño de un ataúd. Lloro, y estoy desesperado, todos tenemos miedo a algo, yo lloro porque soy claustrofóbico. Cierro los ojos y pego las rodillas a mi pecho, meto la cabeza para esperar el final.

La sangre se ha detenido. Cada vez mi corazón late más despacio, y el cuarto poco a poco comienza a tomar su tamaño natural. Un momento de paz, el niño ya no llora. Me levanto y comienzo a caminar. La puerta está justo frente a mí. Comienzo a recordar este lugar, me parece familiar. No se escucha nada. Probablemente esté sordo. De pronto Schubert, sólo Schubert, todos sueñan con su música, incluso los que no la conocen. La música sale de las bocinas que se encuentran en cada esquina, son pequeñas pero la música que emana de ellas es fuerte y clara.

Mi mano toca la perilla, tengo tanto miedo que me cuesta trabajo tomarla, está fría, tan fría como pocas veces he sentido algo. La giro y me decido a entrar. Dentro no hay nada, o por lo menos eso parece, continúo caminando y una cama aparece, es mi cuarto, es mi cama, pero no sé quién es ella. La he visto, sé que la he visto. Parece dormir, pero desconfío de ella, la música continúa sonando, aprioris de eso me doy cuenta del gran problema que tengo –estoy solo–. Escucho su inherente respiración, va destruyendo el frío que siento, y parece que la temperatura, comienza a subir.

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Ella abre los ojos, son enormemente bellos, grises, siento la ternura en ellos. Se levanta de la cama y me tiende su mano esperando a que yo decida tomarla. Un escalofrío recorre completamente mi cuerpo, pero lo voy a hacer, ya nada parece ser peor, y este arcángel podría –pienso– podría ser quien me salve. Nuestras manos se entrelazan y siento la suavidad de sus dedos, nunca había sentido nada igual. Se recuesta en la cama y continúa mirándome, me invita a seguirla. Me quito los zapatos, y me recuesto, afuera todo parece más tranquilo. No tardará en amanecer, pues los pájaros comienzan a trinar. Ella se voltea rodeándome con su brazo izquierdo. Ahora que lo pienso, me da curiosidad saber quién es. Estoy tranquilo, ya nada podría salir peor. Parpadeo más lento que de costumbre mientras lleno mis pulmones de aire. Cuando los abro, la veo acercarse lentamente hacia mí, mientras ala par va cerrando los ojos. Me dejo llevar por el momento, quiero besarla. Siento sus labios, no es un común, algo raro está pasando dentro de mí. Me separo de ella porque no sé lo que está pasando, su cuerpo se empieza a arrugar y convirtiéndose en algo que se le podría llamar un bebe. Es feo, horroroso, pero tiene más fuerza que yo, se acerca me besa, y me arranca pedazos de piel a mordidas, grito, grito demasiado, quiero luchar pero no puedo. Mis brazos parecen estar atados a la cama, me devoran, muero. La niña llora, con una furia mientras con sus pequeñas manos hiere mi piel, levanta el brazo, y de un solo golpe me atraviesa el pecho, me arranca el corazón, ya no quiero vivir, cierro los ojos para esperar el final.

Nada sucede, no escucho nada…

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