domingo, 23 de agosto de 2009

Pesadillas I

*si no es mucho pedir esta vez requiero que escuchen esta canción, pues es la que se presentó en mi pesadilla, Gracias.*

 

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Desperté –o quizás no– estaba en un sitio muy conocido, años atrás me la había pasado jugando en esas paredes. Lo recordaba bien. Pero ahora tenía que ser diferente, el ocio me hizo investigar más allá de lo que de niño nunca me atreví a cruzar. Subí aquellas escaleras largas, en forma de espiral hasta la azotea. Al llegar ahí, noté que era un lugar  tétrico que un escalofrío recorría todo mi cuerpo sin cesar. Era como si se escuchara a alguien gritar, que junto con Bach se anunciaba con tales notas que después de ese momento nada sería igual. El crepúsculo se divisaba en el firmamento. Alguna que otra estrella se podía observar pero ese día no había luna. Sería una noche obscura, muy obscura.  image

De pronto, un ruido ensordecedor  se escuchó. La escalera por donde yo había subido se había caído en pedazos. No había nadie que me pudiera escuchar. Estaba solo, completamente solo. Hacía frío, mi cuerpo tiritaba y la galimatías se hacía más compleja.

Era de noche, ya no sabía cuánto tiempo había pasado ahí arriba. Nadie sabía que yo estaba ahí. Me levanté reuniendo las pocas fuerzas que quedaban para ir en busca de lo que sería mi condena. Recorrí el lugar, y de pronto noté algo que me había parecido en su momento una chimenea; era un cuarto, las medidas a pesar de no ser un experto, me parecieron de 4x4 era realmente pequeño.

–¿Por qué habrá un cuarto aquí arriba?–pensé– Metí la cabeza por una ven

a que estaba a la altura de mi pecho, y mis pupilas se dilataron al tratar de ver algo adentro. Tenía tal frío que sólo me bastó comprobar que hubiera un suelo dónde sentarme, para meterme. Dentro por lo menos no pasaría frío.

Al entrar, me levanté con cuidado pues sabía que el cuarto no era grande, mi cabeza chocó con algo que en un principio pensé que era pared, mas al tantearlo con mis manos me di cuenta de que era una bombilla. –¿Una bombilla?–vacilé– mi mano recorrió la pared para buscar el interruptor que no tardé en encontrar. Lo accioné y un destello de luz emanó del techo.

imageGrité desesperadamente al notar que había arañazos, tanto en el suelo como en la pared; eran profundos. Las notas de Bach, eran cada vez más fuertes. Intenté salir de ahí, pero la ventana ahora era más pequeña, lo único que salía era mi cabeza. No podía hacer más. Grité nuevamente, esperando que alguien me escuchase. –Faetonte, te maldigo por tu incompetencia pues ahora el sol nunca saldrá– Metí la cabeza y golpeé una de las paredes que me mantenían preso de tal forma que sentí que me rompía los nudillos, pero no había pasado nada. 

Lloré desconsoladamente que no supe cuando me quedé dormido. En sueños escuchaba tal voz que parecía tranquilizarme a pesar de ser incomprensible. El sol ya había salido cuando me percaté de que alguien estaba subiendo por la escalera que el día anterior se había derrumbado. Me quedé paralizado, era yo, estaba seguro. Grité con todo el aire que había en mis pulmones, pero la persona que estaba ahí no me escuchaba. La noche cayó y por más que gritara, nada pasaba; sólo contemplaba que era yo el que estaba afuera haciendo lo mismo aquel día de mi perdición.

Metió la cabeza y después el cuerpo, yo estaba en un rincón. Viendo lo que yo mismo había hecho. Encendió la luz, y gritó de la misma forma en que yo lo hice. Fue entonces cuando noté que el tiempo había volado para mí. Mis manos eran viejas, y mi cuerpo que antes estaba fornido se había convertido en algo parecido al vidrio. Era un anciano. Y aquel muchacho que estaba ahí, en su momento fui yo. Pasaron días y noche tras noche se lamentaba, como yo lo hice alguna vez. A veces me sentaba junto a el, y le decía al oído que no había sido tan malo estar ahí una eternidad, que de hecho ni siquiera lo había notado.

A las pocas semanas, o quizá fueron sólo minutos, cerré los ojos, para nunca volver abrirlos. Sabiendo que ese era mi destino, vivir encerrado una eternidad. Ver mi condena sin poder impedirlo, y así sucedería años tras años, todo se volvía repetir. Unos describen la vida de tal manera que me hacen pensar que lo que yo vivo a diario es el infierno; y quizá, no esté tan equivocado.

5 comentarios:

  1. wooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooow!
    eduardooo te lucistee! esta profundoo con todo y la musiquita tetricaa! solo tus palabras raraas me haciaan perder la atención... pero wooow

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  2. wow ! me quede pasmado
    increible texto, un relato tan atrapante ! realmente vale la pena leerte, me ha encantado
    las fotos son geniales y acompañan el texto!
    un abrazo! :)

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  3. Gracias a tu texto me acabo de emocionar mágicamente con esas palabras tan lindas.

    De verdad, me encata como escribes..

    Un beso.

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  4. la verdad creo que mis 18 años no me han dado la oportunidad de tener sueños tan profundos como los que cuentas..

    pero en mis sueños, me he sentido también así de atrapada...asi como cuando en los sueños te persigue un monstruo enorme y corres...pero NO AVANZAS...!!! que cosa más desesperante...!!!

    o cuando tu gritabas pero no había sonido..es horrible esa sensación como de querer advertir el problema pero el otro no escucha..

    es bueno tener este tipo de sueños, alimentan el intelecto cuando le queremos encontrar sentido...
    :D publiqué en mi blog..
    pasateeee

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  5. Qué malas pasadas nos pasan los sueños eh?
    Buen blog, continúa así ;)

    Besos!
    N

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